El mundo es como una gran ciudad reflejada en un espejo. Pitágoras situaba el alma alrededor del corazón y los estoicos creían que había un espíritu profundamente infuso en el corazón de todo lo que existe. El corazón nos eleva al cielo y nos conduce al infinito.
La respiración es una chispa de fuego celestial; de la fuerza divina unida a la acción. El Kosmos mantiene su ritmo a través de los latidos del corazón. Palpitamos con el latido del universo. El fundamento del mundo es la unión. La separación en rex cogitans y rex extensa es pura abstracción.
Las variables ocultas tras la realidad están vetadas a la realidad ortodosa. El Universo es como un holograma, en el que cada parte, por diminuta que sea, contiene la totalidad. Cuando estamos relajados, creando o enamorados, generamos un campo magnético que se proyecta al exterior; sin embargo, cuando experimentamos malestar, nuestro cuerpo pierde el magnetismo potencial y la sincronicidad con el Universo.
La división polar vida-muerte solo son la antesala del kosmos, que está repleto de realidades más profundas y, solo son visibles a medida que nos acercamos al corazón.
Alfonso Iglesias Zamar
Compostela, 30 de diciembre de 2015
Alfonso Iglesias Zamar
Compostela, 30 de diciembre de 2015