El proceso de concentración multimédia en contra de la pluralidad crea la ilusión de que "pluralidad" es lo mismo que cantidad. La escuela de Frankfurt plantea la tesis de que los medios de comunicación, en las sociedades capitalistas, son utilizados por el poder para reforzar su status quo, con el fin de desviar a los ciudadanos de las preocupaciones que verdaderamente afectan a sus vidas. La conducta del emisor es deliberada y sistemática, y los mensajes manipulados apelan a la irracionalidad del receptor.
El poder es simbólico y persuasivo en el sentido de que los medios de comunicación tienen la posibilidad de controlar las mentes de los espectadores. El control mental es particularmente efectivo cuando el público no se percata de la naturaleza o de las implicaciones de tal control. Los medios de comunicación no sólo tienen la capacidad de llegar a un número importante de ciudadanos, sino que para la población tienen legitimitad. Son acogidos como una representación válida de la realidad.
El concepto de manipulación por el poder implica la existencia de un monopolio de la comunicación en el que una minoría opera como emisora de mensajes destinados a la mayoría y la instrumentalización del mensaje por parte del emisor destinado a favorecer sus intereses en contra de los intereses de la mayoría. En la medida que la manipulación es eficaz, provocará la aceptación por parte de los ciudadanos receptores de valores, opiniones, mitos y estereotipos sociales que están en contra de sus propias necesidades como personas. El ciudadano manipulado cree que las opiniones que se le han impuesto son suyas y, por lo tanto, permanece "inconsciente" al proceso que ha sufrido.