APRENDIENDO A VIVIR

SOMOS LO QUE COMEMOS Y LO QUE PENSAMOS: Nuestra salud mental depende en buena medida de nuestro sistema de creencias y de nuestra alimentación.
Este blog quiere ser un punto de encuentro para las personas que buscan una explicación, para los que no comprenden; aquellos y aquellas que buscan con una actitud libre y abierta respuestas...
...quiere ser una herramienta a favor de la tolerancia, la justicia y la libertad...
...un instrumento para tomar el control...
...una ayuda para conocerse mejor, comprender la existencia humana, nuestras necesidades y apegos...
...en definitiva una herramienta para llenar nuestro vacio interior y recuperar la confianza...

martes, 30 de junio de 2020

DESEO, CONSUMO, Y PLACER" (I)

"El fin del estado no es convertir a los humanos en bestias autómatas, sino en lograr más bien que su alma y su cuerpo desempeñen sus funciones con seguridad y que ellos se sirvan de su razón libre y que no se combatan con odios, iras o engaños, ni se ataquen con perversas intenciones. El verdadero fin del Estado es, pues, la libertad". Baruch Spinoza

Platón perseguía una educación popular sistemática, cuya falta había sido notada por Sócrates, ya que los sofistas educaban a la juventud para la vida práctica. Es el filósofo el que señala la dirección del deseo.
Afirma Schopenhauer en "El mundo como voluntad y representación": "El mundo es mi representación (...) El dogma fundamental de la escuela Vedanta no consiste en negar la existencia de la materia (...), sino en afirmar que la materia no existe independientemente de la percepción...
Ya lo había anticipado Berkeley: "Ser, es ser percibido (...) Lo material existe en la medida que es percibido (...) El sujeto es el perceptor de su realidad (...) Todo lo que existe está en la mente.
Actualmente, la física cuántica afirma que solo por el hecho de observar la realidad influimos en ella. Las tendencias se expresan como posibilidades de interconexiones cuánticas (efecto Abraham-Bohm) en las que dos partículas creadas simultáneamente coexisten interconectadas o superpuestas.
También dice Schopenhauer: "... la voluntad es la cosa en si,  el contenido interior, la esencia del mundo, y el mundo visible, el fenómeno, no es más que un espejo de la voluntad, la vida acompañará a la voluntad como la sombra a los cuerpos...". En la idea de Voluntad en Schopenhauer el ser humano se encuentra al servicio de la vida, no al servicio de su vida.
Freud se inspiró, y calcó la teoría de Schopenhauer, de hecho tuvo que desmentirlo, aunque este, también derivara la suya de su admirado Spinoza, por algo decía Hegel: "Todos tenemos dos filosofías, la de Spinoza, y la nuestra".
Freud explicó el funcionamiento psíquico postulando la existencia de un aparato psíquico que está dividido en tres estancias: el ello, el yo, y el superyó, en el que el ello es la expresión psíquica de las pulsiones y deseos. Ofrece la posibilidad al individuo de ser legislador de su propio deseo, de tal forma que sea la huella constitutiva que le da sentido a su vida. En Freud el deseo surge como la realización alucinatoria de la meta perseguida. Está ligado a la satisfacción primera que desea volver a vivir.
Para Lacan, sin embargo, el deseo no tiene su origen en la satisfacción originaria de placer, sino en su falta. La falta y el fantasma a ella ligado es la que enviste el deseo.
Spinoza, nos habla de un orden geométrico del Universo (Dios), espíritu y cuerpo, infinito y eterno, en el que la extensión (forma) y el pensamiento, solo son dos de los atributos de la misma sustancia (Universo, Naturaleza, o Dios). Todo lo que existe, son modulaciones de esa sustancia. Nada real hay fuera de ella. Todas las cosas, incluidos los seres humanos, se relacionan entre si y tienen un conatus que es el potencial de lo que verdaderamente somos, por lo cual nos resistimos a nuestra destrucción. El esfuerzo por perseverar, por mantenerse en la existencia, está siempre en conformidad con los afectos que expresan su grado de potencia, y además, lo determinan.
Hay tres afectos fundamentales: El deseo, la alegría, que da el amor, y la tristeza, que aporta el odio. El amor aumenta nuestra potencia y une, y el odio nos debilita y separa. Las pasiones no son "pecados o vicios". Forman parte de la naturaleza humana. Solo a través de su experiencia se llega al conocimiento de la naturaleza humana. El bien y el mal han sido instituídos por las personas para posibilitar la superstición y la dominación. Los malos y viciosos, existen porque no entienden el mundo en el que viven.
Hegel asegura que el deseo vincula a la persona en el plano de la vida con la realidad. Lo esencial del deseo es "lo otro"; pero, al final "lo otro", se revela evanescente. A través de la satisfacción el ser humano se busca a si mismo, pero, con la experiencia de la insatisfación comprueba su fracaso, el deseo es inagotable y la experiencia de la insatisfación se renueva una y otra vez. El hombre llega a "desear el deseo del otro y apoderarse de el".
Las leyes del aprendizaje y la psicología evolutiva nos muestran la sorprendente relación entre el inadecuado desarrollo de un niño/a provocado por una educación deficiente y el deseo. La impulsividad, la gratificación directa, la frustración-agresion, y la falta de motivo de logro, son alguno de los rasgos que genera en un niño/a una mala socialización. Cualquier conducta que conlleva una consecuencia determinada y es susceptible de cambiar en función de ésta es una respuesta instrumental u operante. "Opera" sobre el medio como instrumento para obtener algo. En el condicionamento clásico o respondiente es el medio el que provoca la respuesta.
Lo anterior está relacionado con la forma en que nos proveemos del placer. El deseo siempre está ahí, somos "el ser ahí" qué diría Heidegger, vinculado al objeto, y "tira de nosotros hacia afuera. En un primer momento, procede de lo instintivo, de la animalidad del ser y la satisfacción de las necesidades básicas y presiona en diferentes direcciones buscando su satisfacción, para pasar a dominarlo totalmente, e incluso trastornarlo en muchas ocasiones. Erradicarlos o reprimirlos resulta inútil. Solo servirá para acrecentarlo o enmascararlo. Atrapando a la mente en una espiral sin salida. Decía sabiamente Jung: "lo que resistes, persiste; lo que aceptas te transforma". El deseo es susceptible al condicionamiento social, que puede potenciarlo e inflamarlo a través de la propaganda.
En el fondo del conflicto de la dualidad inherente a la propia estructura del deseo están el placer y el dolor. El deseo en si mismo, no produce integración y desarrollo, tampoco desintegración e involución. Existe siempre la posibilidad de ir más allá de las perturbaciones creadas por el deseo. El deseo forma parte del ser y el no ser, es consustancial al ser humano. El ser realizado y el no ser realizado, dependen del pensamiento y la acción. El deseo es el resultado de una mente en proyecto que busca su realización. Al igual que un niño/a busca realizar su proyecto vital a través de su temperamento potencial. Un niño o una niña puede ver frustrado su proyecto por una mala decisión y, como consecuencia, de una mala socialización. La mente se perturba cuando no puede canalizar la energía vinculada al deseo. Se vuelve mecánica en la búsqueda incesante de satisfacción, y puede provocar crisis internas de gran emoción en las que la mente depende del deseo instintivo y la satisfacción exterior. Pero, la vida es acción, somos lo que comemos, lo que pensamos, y sobre todo,  lo que hacemos. En todo momento pensamos y tomamos decisiones eligiendo lo que consideramos que es mejor para nosotros, y de esas elecciones (decisiones) dependerá nuestro futuro inmediato y lejano. En nuestro interior somos seres potencialmente libres y, en nuestra mano está el tomar las decisiones adecuadas, seguir un camino u otro, tener esta o aquella relación, hacer esto o lo otro. De ello, no solo dependerá lo que somos y seremos, sino nuestra felicidad. Debemos actuar sin miedo, pero teniendo siempre presente, que el error es el padre del éxito, el error nos ayuda a acertar y a crecer corrigiéndolo.

Alfonso Iglesias Zamar 
Compostela, 30.06.2020