El temperamento es la "medida", la manera natural de interactuar del ser humano; es la capa instintivo-afectiva de la personalidad sobre la que la inteligencia y la voluntad modelarán el carácter; es la naturaleza de la personalidad. Cuando nuestra personalidad se desvía por la persuasión del materialismo consumista surge el conflicto. No importa cual sea nuestra ocupación, ni la posición que ocupemos en el mundo, nuestra personalidad será el reflejo de las lecciones y experiencias necesarias para nuestro crecimiento personal.
El conflicto surge por la disociación entre lo que somos realmente y la personalidad. Entender quienes somos y donde está el error que motiva el desequilibrio es fundamental para no quebrantar la salud con el egoísmo, el orgullo, la crueldad, el rencor, el odio, la ignorancia, la codicia, la avaricia y la inestabilidad. La prevención se logrará descubriendo y erradicando el defecto que yace bajo el conflicto, no combatiéndolo, sino aportando alternativas creativas que obedezcan al corazón, dedicando toda la capacidad para reducir cualquier falla en nuestra naturaleza.
El objetivo debe ser seguir los dictados de nuestro interior, sin dejarnos arrastrar por la seducción de los medios de desinformación. Solo puede conseguirse siguiendo nuestro camino y cuidando de no interferir en el camino del "otro". La inestabilidad se erradica con el desarrollo de la autodeterminación personal, tomando decisiones y actuando con firmeza en lugar de vacilar. Al principio cometeremos errores, pero siempre es mejor actuar que dejar pasar la oportunidad por "defecto".
No hay que temer a la experiencia para acabar con la ignorancia. Debemos estar siempre dispuestos a abrir la mente y a rechazar cualquier idea por arraigada que esté si la experiencia nos muestra su falta de verdad. Con la determinación desaparece el miedo a vivir y la experiencia guiará nuestra mente hacia el equilibrio y la armonía. Hay que tener la mente bien despierta y los ojos y oídos bien abiertos para captar cualquier partícula de conocimiento, con flexibilidad de pensamiento para que los prejuicios y las ideas preestablecidas no nos priven de la oportunidad de obtener un conocimiento más amplio y fresco.
El padre, la madre, el educador, el compañero, el amigo, deben afanarse por animar el desarrollo del ser humano en su libertad. No hay que tener miedo a meterse de lleno en la vida y de adquirir conocimiento y experiencia, ni temor a enfrentar la realidad. El privilegiado oficio de padre o madre; de maestro, hermano, o de compañero, consiste en ayudar a interactuar en el mundo. Cada ser humano debe vivir su propia experiencia y adquirir los conocimientos de acuerdo a lo que su interior le dicta.
La paternidad pasa de unos a otros y es, en esencia, un oficio temporal y una protección de duración breve que, transcurrido un tiempo, debería cesar y dejar al objeto de su atención libre de avanzar sólo. El control y la protección deben limitarse a las necesidades de la personalidad cuando es joven, guardándose de cualquier deseo de moldear a la joven personalidad según sus propios deseos e ideas, frenando cualquier control indebido o reclamación de favores a cambio del deber natural de ser el medio para que ésta se ponga en contacto con el mundo. Es importante que nos neguemos a ser esclavos de la codicia que nos impulsa a dominar a los demás. El oficio de maestro debe tener presente que únicamente es un agente y un guía para el aprendiz. Todo niño o niña tiene derecho a aprender de acuerdo con su temperamento y potencialidades a través de una educación divergente en libertad.
Practicar la paz, la armonía, la individualidad (no se trata de no tener en cuenta "al otro"), la firmeza de propósito, y desarrollar progresivamente la personalidad a través de la experiencia y el conocimiento es el camino. Nuestra visión de la vida depende de la armonía de nuestra conducta con los dictados de nuestro corazón. Mantener esa armonía nos permitirá superar cualquier oposición y encontrar el camino de nuestro destino sin temor a la influencia de poderes fácticos. Tenemos que conquistar nuestra libertad personal de tal forma que cuando hagamos todas y cada una de nuestras acciones, incluso cuando tengamos todos y cada uno de nuestros pensamientos, su origen esté en nosotros mismos, permitiéndonos de ese modo vivir por decisión propia libremente.
Practicar la paz, la armonía, la individualidad (no se trata de no tener en cuenta "al otro"), la firmeza de propósito, y desarrollar progresivamente la personalidad a través de la experiencia y el conocimiento es el camino. Nuestra visión de la vida depende de la armonía de nuestra conducta con los dictados de nuestro corazón. Mantener esa armonía nos permitirá superar cualquier oposición y encontrar el camino de nuestro destino sin temor a la influencia de poderes fácticos. Tenemos que conquistar nuestra libertad personal de tal forma que cuando hagamos todas y cada una de nuestras acciones, incluso cuando tengamos todos y cada uno de nuestros pensamientos, su origen esté en nosotros mismos, permitiéndonos de ese modo vivir por decisión propia libremente.
