APRENDIENDO A VIVIR

SOMOS LO QUE COMEMOS Y LO QUE PENSAMOS: Nuestra salud mental depende en buena medida de nuestro sistema de creencias y de nuestra alimentación.
Este blog quiere ser un punto de encuentro para las personas que buscan una explicación, para los que no comprenden; aquellos y aquellas que buscan con una actitud libre y abierta respuestas...
...quiere ser una herramienta a favor de la tolerancia, la justicia y la libertad...
...un instrumento para tomar el control...
...una ayuda para conocerse mejor, comprender la existencia humana, nuestras necesidades y apegos...
...en definitiva una herramienta para llenar nuestro vacio interior y recuperar la confianza...

viernes, 14 de diciembre de 2018

ESCUCHAR (DAR VS RECIBIR)

"La belleza es la manifestaciôn de las leyes secretas de la naturaleza, las cuales a no ser por esta apariencia, han sido escondidas para siempre de nosotros". J. W. Goethe

Entendemos lo que nos sucede como producto de la casualidad sin darnos cuenta de que la situación en la que nos encontramos es la suma de lo que hemos convocado. Hay en cada persona una lucha continua entre las programaciones de su mente, las demandas de su ego y el poco conocido ser interno que participan en la mayoria de sus decisiones.

Escuchar no sólo es un acto receptivo; es como respirar, es dar y recibir para compartir. Es lo que ayuda al otro a completarse, liberándolo de su encierro. En el acto de escuchar el oyente se pre-ocupa por el otro. Es un acto de solidaridad. La escucha tiene una dimensión de participación, de política activa en favor del otro. Sin la escucha, el lenguaje pierde su función comunicativa y la persona se aliena con la uniformidad en soledad. Hoy perdemos, cada vez más, la capacidad de escuchar. El discurso actual es el de no dejar hablar; un discurso sin juicio y sin entusiasmo que evita el sufrimiento y nos deja a solas con nuestro dolor y nuestros miedos. 

La estrategia de dominio consiste en privatizar el miedo, impidiendo su gestión a través de la socialización. La comunicación digital propicia una comunicación expansiva y despersonalizada que no precisa interlocutor personal. No precisa voz, ni mirada, ni lenguaje corporal. El Twitter no va dirigido a una persona concreta y los "linchamientos digitales" constituyen la avalancha de una catarsis descontrolada. Nos conecta a la isla del ego en la que no hay presencia del otro; y sin la presencia del otro se anula la relación y se rompe la vecindad; y sin vecindad y sin escucha no hay comunidad.

La escucha reconcilia, sana y redime; es un bien de crecimiento personal. En una sociedad de consumo sorda, la política temporal neoliberal elimina el tiempo del otro y alimenta la insaciable necesidad del ego. El ego se nos representa con respuestas a todas las preguntas proyectando el sentimiento de culpa fuera de su propia naturaleza. Es la misma técnica que usan los totalitarismos  que mantienen confundidos a los pueblos, culpando de sus desgracias a cualquier condición ajena a ellos. El lema es desorientar y confundir para mantener el control. Este ego crea sistemas en los que las acciones se justifican por el éxito de los negocios y trata de hacemos creer que todas sus decisiones son siempre producto de la razón y la lógica.

La falta del deseo de compartir con los demás lo deteriora todo, incluido el medioambiente. Se vende la creencia de que el triunfo tiene que ser medido por la cantidad de riquezas y bienes materiales. Pero el llamado exitoso no se percata de que quien ha trinfado ha sido el ego. El ser humano necesita respirar y, al igual que la exhalación necesita a la inspiración, el deseo de recibir necesita al deseo de dar. Son los dos polos de la misma unidad. Es el recibir para compartir, la ley oculta pero inexpugnable sobre el funcionamiento del universo.

Dar y recibir; inspirar para expirar, son dos caras del mismo deseo. El deseo de recibir para compartir. El deseo del ego no comparte, solo es deseo patógeno insaciable de recibir. La profilaxis está en el poder creador de cada acción y cada pensamiento, que no sólo repercuten en el objetivo al que van dirigidos, sino que afectan a la Totalidad. Es la ley de causa, tiempo y efecto. Cada terremoto, cada cataclismo, las guerras y todos los males que suceden a diario, no son otra cosa que el resultado de la acumulaciôn del egoismo traducido en ira, mala intencion y odio del ser humano  hacia su prójimo.


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