APRENDIENDO A VIVIR

SOMOS LO QUE COMEMOS Y LO QUE PENSAMOS: Nuestra salud mental depende en buena medida de nuestro sistema de creencias y de nuestra alimentación.
Este blog quiere ser un punto de encuentro para las personas que buscan una explicación, para los que no comprenden; aquellos y aquellas que buscan con una actitud libre y abierta respuestas...
...quiere ser una herramienta a favor de la tolerancia, la justicia y la libertad...
...un instrumento para tomar el control...
...una ayuda para conocerse mejor, comprender la existencia humana, nuestras necesidades y apegos...
...en definitiva una herramienta para llenar nuestro vacio interior y recuperar la confianza...

viernes, 16 de marzo de 2018

"LENGUAJE Y SALUD"

"La vida es como un sueño. Pero en las mejores horas nos despertamos lo suficiente como para darnos cuenta de que estamos soñando. La mayor parte del tiempo, sin embargo, estamos profundamente dormidos". Ludwig Wittgenstein 

El interdicto inicia el síntoma y la bipolaridad. La prohibición cohesiona, pero al mismo tiempo incita, y el tabú ejerce de fuerza de atracción sobre el psiquismo en la misma medida que se siente amenazado lo establecido. El tabú es ambivalencia y de ahí su fuerza. Con el ordenamiento símbólico, se van sofisticando las prohibiciones y las instituciones, y la "verdad" pasa a ser interdicto. Todo poder tiende a controlar y monopolizar el lenguaje: discurso, rito, mito. Solo cuando el lenguaje se hace crítico es posible el cambio y el progreso, ya que la relevancia del lenguaje es esencial en la estructura del grupo en el que interactúa el individuo. 

A través del discurso, el individuo se enfrenta con lo prohibido para transgredirloDe la dialéctica transgresora entre ciencia e interdicto, surge una idea nueva: el valor existencial del entendimiento. La ciencia pasa de ser un rito contra el origen a re-memorarlo como elemento fundamental de progreso (retroprogreso). No se trata de regresar al origen, lo que Freud llamaba tendencia a regresar a lo inorgánico, al Thánatos.

Las insuficiencias del sistema racional que nos alberga, se proyectan en la personalidad de cada uno de nosotros. Es la personalidad de base, según la denomina A. Kardiner, la que refleja nuestras insuficientes adaptaciones al medio y a la educación que recibimos. La misma psiquiatría nos habla de los dos polos de la relación ansiosa: la ambivalencia de la situación vivida y, a la vez, amenaza deseada. La angustia precede a la nada. Es un síntoma que procede del origen; de la bipolaridad, procede de la ruptura con el origen.

En psicología, Freud distinguió entre la neurosis de angustia y la neurastenia. Proclamar la angustia es hacerla real. Tal es el significado de la tragedia, que viene ligada con la angustia y con el rito, con el deseo (fascinans) y el terror (tremendum). J. M. Palmer, de acuerdo con L. Goldman, dice que el sentimiento trágico es el monólogo cuyo ejemplo serían Los Pensamientos de Pascal; el héroe trágico vive bajo la mirada permanente de lo divino que le impide rechazar el mundo,  y cuya ausencia le impide aceptarlo totalmente. 

La angustia remite a la bipolaridad; al remedio y a la enfermedad. Al olvido del origen peligroso y sagrado de la cultura, y a la máxima de que el progreso se da únicamente a través del discurso de la ciencia. Freud apuntó en El malestar y la cultura que el individuo, tal vez no resistiría el peso de la comprensión crítica. Era consciente, de la dialéctica progresivo-regresiva que estaba inaugurando. Solo una cultura consciente de la bipolaridad, una cultura crítica nos puede devolver la "salud perdida".





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