APRENDIENDO A VIVIR

SOMOS LO QUE COMEMOS Y LO QUE PENSAMOS: Nuestra salud mental depende en buena medida de nuestro sistema de creencias y de nuestra alimentación.
Este blog quiere ser un punto de encuentro para las personas que buscan una explicación, para los que no comprenden; aquellos y aquellas que buscan con una actitud libre y abierta respuestas...
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viernes, 2 de marzo de 2018

"LA PALABRA"

"Las palabras son la configuración acústica de las ideas". Novalis 

La experiencia en relación al ser humano consigo mismo y al lenguaje con las cosas, fue presentada como un aparejamiento simple de una mirada a un sujeto mudo; de una mirada a un mundo "heroico" como forma general de conocimiento. Y el liberalismo invoca a su vez a un mercado abierto para proponer una fórmula que se adapte perfectamente a cada sujeto. 

Para I.Kant, la necesidad de una crítica estaba vinculada al hecho de que hay un conecimiento. Con Nietzsche comprobamos que el linguaje y las palabras, sean razonables o insensatas, demostrativas o poéticas, pueden tomar un sentido que nos atrapa para conducir nuestra ceguera. Pero también esperan en la oscuridad de nuestra conciencia para salir a la luz y manifestarse. Estamos condenados por la historia a la tarea paciente de elaborar discursos sobre discursos, de oir lo que ya se dijo. En el comentar histórico hay un resto no formulado de pensamiento que el lenguaje instrumental dejó en la sombra pero que también se esconde en la palabra y al penetrarla se puede hacer hablar con un contenido que no había sido expresado. La palabra es un acto de traducción y tiene el peligroso privilegio de mostrar ocultando, por lo que subyace siempre un significado que permanece oculto y al que es necesario "dejar hablar".

Michel Foucault, en su obra "El nacimiento de la clínica" alude a una curación por parte de Pomme de una histérica haciéndole tomar "baños de diez a doce horas por día, durante diez meses completos". Al final de la cura, Pomme vio, "porciones membranosas, parecidas a fragmentos de pergamino empapado desprenderse con ligeros dolores y salir diariamente con la orina, desenrollarse a su vez el uréter del lado derecho y salir entero por la misma vía". Y, en menos de cien años, un médico percibió una lesión anatómica del encéfalo y de sus envolturas que se trataba de "falsas membranas" que se encuentran con frecuencia en sujetos afectados de "meningitis crónica". Según Bayle, "las falsas membranas son a veces transparentes, pero por lo común tenian distintos colores, el espesor varía mucho y la organización presenta muchas variedades".

El texto anterior  nos habla de la construcción de un lenguaje que daba forma a la percepción de la medicina del siglo XVIII. Los dominios del lugar que transitaban médicos, enfermos y psicólogos no desaparecieron, más bien se han ido transformando por la instrumentalización del lenguaje, que a su vez han desplazado las singularidades del enfermo acerca de los "síntomas subjetivos" que se apartan del lenguaje "normativo instrumental"; es el vínculo que separa el saber y el padecimiento a través de lo "percibido".

El lenguaje instrumental cambió las imágenes del dolor en la configuración del discurso racional del conocimiento médico. Para comprender esta mutación del discurso médico,  es necesario reparar en la dimensión en la que las "palabras" y las "cosas" no están separadas, donde la forma de hablar y la forma de ver van juntas. Es preciso poner en duda la distribución de lo visible y lo invisible, lo que se dice y lo que se calla, para poner en evidencia al lenguaje "instrumental". Es necesario comprender donde surge el nivel de especialización y verbalización de lo patológico; en que contexto y a que nivel posa el "médico" su mirada sobre el corazón enfermo de las cosas.

Las formas del lenguaje mudan la percepción, configurando la cara de la verdad, el grado concreto de las cosas: su color, las manchas, la dureza, la adherencia. El dominio de la experiencia se identifica con la atenta mirada. El ojo se convierte en el depositario y la fuente de la verdad, al abrirse, inicia un punto de inflexión con el pasado. Para Descartes y Malebranche ver era percibir, pero sin despojar a la percepción de su cuerpo sensible, transparente al mundo del espíritu. La luz, anterior a toda mirada, era el lugar de origen, el ideal, imposible de designar.

A finales del siglo XVIII, el lenguaje pertenecía al lugar sombrío de las cosas. Estaba ligado a una de tantas miradas "grises". El discurso racional se apoya en una mirada "en la sombras" construido a través de un lenguaje previo a todo saber, donde inciden el origen, el dominio y el límite de la experiencia del momento. Seria necesario que este lenguage de las cosas se abriera, a propósito del individuo a un saber que no fuera simplemente de orden histórico e instrumental. Que la definición del indivíduo fuera una tarea infinita, lo que no sería un obstáculo para unha experiencia que aceptando sus propios límites prolongara su quehacer en lo ilimitado. El objeto del discurso pasaría a ser un ser humano y la mirada seria fundadora de un individuo en su cualidad irredutible. 


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