APRENDIENDO A VIVIR

SOMOS LO QUE COMEMOS Y LO QUE PENSAMOS: Nuestra salud mental depende en buena medida de nuestro sistema de creencias y de nuestra alimentación.
Este blog quiere ser un punto de encuentro para las personas que buscan una explicación, para los que no comprenden; aquellos y aquellas que buscan con una actitud libre y abierta respuestas...
...quiere ser una herramienta a favor de la tolerancia, la justicia y la libertad...
...un instrumento para tomar el control...
...una ayuda para conocerse mejor, comprender la existencia humana, nuestras necesidades y apegos...
...en definitiva una herramienta para llenar nuestro vacio interior y recuperar la confianza...

viernes, 23 de junio de 2017

"TOXICIDAD"

"La televisión es el espejo donde se refleja la derrota de todo nuestro sistema cultural". Federico Fellini

"Toxicidad" es la capacidad de alguna sustancia para producir efectos perjudiciales sobre un ser vivo, al entrar en contacto con el. La palabra puede convertirse en elemento natural tóxico para la salud de las personas. Decía Paracelso que "solo la dosis hace el veneno". Confucio solía decir que cuando las palabras pierden su significado, la gente pierde su libertad. Cuando la palabra es algo valioso para una persona, decimos que es una "persona de palabra", algo opuesto a un mero "flatus vocis"; es decir, emitir palabras que no significan nada, ni tienen sentido, e intentar convencernos de lo contrario. El comportamiento de una persona de palabra alcanza un explícito reconocimiento, verba sum servanda, el verbo debe ser respetado y guardar la palabra comprometida como si tuviese valor de ley. 

Sin embargo, para cumplir con fines soterrados, no toda palabra es útil. Por eso, hoy en día tiene un paupérrimo valor y cada vez se presenta con menor garantía de fidelidad; de ahí la endeblez en el espíritu y la fe en la justicia y la política. De este estado lamentable de la palabra tienen mucho que decir quienes gobiernan, o dicen gobernar el interés público y los que utilizan la palabra y el discurso como herramienta de trabajo, me refiero a los políticos y a los medios de comunicación, que someten a ultraje la palabra a diario por el incumplimiento del dictum de su palabra

El peligroso desprestigio causado a la palabra retrata a quienes tienen la facultad de elaborarla, porque al desatender la fidelidad y la fe que son propias del respeto debido, incluido el gramatical y el sintáctico, relegan su espíritu, ocasionando un importante quebranto en la confianza en el derecho, la justicia y la política. Fenómeno que presenta un mayor nivel de preocupación si genera falsas esperanzas. 

Es posible creer en cualquier resultado deseado, pero no es automático. Ningún político debe olvidar que el espíritu de las leyes no tiene potestad taumatúrgica y tenerlo muy presente a la hora de elaborar su discurso, para no generar escepticismo en la palabra dada y para que ésta sirva para algo. No estaría de más que nuestros políticos y directores de medios de comunicación leyeran más y volvieran, de vez en cuando, su mirada a los clásicos, para habituarse a cumplir con un discurso transparente, que atendiera a la fidelidad y a la fe que le son debidas, y que se abriera a la comprensión del ciudadano. 

1 comentario:

  1. Hola!!
    Aún empleando las palabras "correctas" un discurso va a ser interpretado según la proyección de cada persona que lo escuche o lea.

    Y en el caso de la actualidad, y la política en concreto... es un reflejo del interior de la mayoría de los ciudadanos que votan. Y esta explicación no es mía, es de Jung... gracias a él pude comprender como Hitler llegó hasta donde llegó: él era el reflejo de mucha gente que al igual que él sentía y pensaba igual (porque sino ese hombre no habría llegado más allá de un psiquiátrico).

    Con lo cual, los políticos no dejan de ser seres humanos, con un inconsciente unido al colectivo, y el colectivo mayoritario es el que acaba "ganando" las elecciones.

    Nos queda por esperanza la teoría del centésimo mono, y algún día, el cambio que se quiere, se producirá.

    Un saludo.

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