APRENDIENDO A VIVIR

SOMOS LO QUE COMEMOS Y LO QUE PENSAMOS: Nuestra salud mental depende en buena medida de nuestro sistema de creencias y de nuestra alimentación.
Este blog quiere ser un punto de encuentro para las personas que buscan una explicación, para los que no comprenden; aquellos y aquellas que buscan con una actitud libre y abierta respuestas...
...quiere ser una herramienta a favor de la tolerancia, la justicia y la libertad...
...un instrumento para tomar el control...
...una ayuda para conocerse mejor, comprender la existencia humana, nuestras necesidades y apegos...
...en definitiva una herramienta para llenar nuestro vacio interior y recuperar la confianza...

jueves, 9 de noviembre de 2017

"EL MAL"

"El rango de lo que pensamos y hacemos
 está limitado por aquello de lo que no nos damos cuenta." R. D. Laing

Descartes consideraba que hay ideas innatas, "las que encuentro en mi, nacidas junto a mi conciencia". John Locke y David Hume, sin embargo, decian que todo conocimiento procede de nuestra sensibilidad externa e interna. También coincidieron en que el conocimiento tiene una finalidad ética,  puesto que debe ser cultivado en beneficio del perfeccionamiento moral de la humanidad y la justa ordenación de la convivencia social. Las impresiones, decía Hume, cuando hacen su primera aparición en el alma, dejan grabada una imagen en nuestro pensamiento, la idea. Locke entendía por idea, "todo lo que la mente percibe en si misma o es objeto inmediato de percepción". Para él, la realidad exterior se cifra tan solo en la suma de las impresiones presentes y los recuerdos de las impresiones pasadas. Berkeley sostenía que todas las impresiones son subjetivas; además identificó el ser con ser percibido, negando la existencia autónoma de los entes materiales. La realidad, está compuesta por nuestras ideas y nuestra mente. Nuestro conocimiento se debe a nuestros estados mentales, y puede ser empleado con una funcionalidad práctica. Así pues, la gravitación universal descubierta por Newton no era la norma de una fuerza rectora del cosmos, sino la norma de nuestras percepciones con respecto a la organización del universo. 

Hume coincide con la doctrina búdica, aunque no conociera las enseñanzas de Siddharta Gautama. Ambos consideraban que el yo apenas es un flujo de sensaciones e impresiones caprichosas y confusas. Decía también Hume que "no hay nada en si mismo valioso o despreciable, deseable u odioso, bello o deforme, sino que estos atributos nacen de la particular constitución y estructura del sentimiento y afecto humanos"; es decir, que sería la forma en que nuestra mente reacciona. Rousseau resumía lo anterior diciendo que el hombre es bueno por naturaleza. Sin embargo, no hai día, minuto, ni segundo, en que no tropecemos cara a cara con los aspectos más tenebrosos del ser humano y los medios de comunicación difunden a diario las secuelas del mal: guerras, asesinatos por terrorismo, violencia contenida que solo necesita una escusa para proyectarse hacia el otro, corrupción, odio, recor... Dondequiera que miremos, la historia nos ofrece un dantesco espectáculo; pero, aún así, nos decimos, "como es posible tanto mal en el mundo, si la imagen que tenemos de cada uno de nosotros es el de una buena persona". 

Mientras muchos individuos viven una existencia dedicada a hacer el bien a los demás, otros, en cambio,  terminan convirtiéndose en la proyección del mal. Pasamos los primeros años de nuestra vida cargando nuestra mochila y los últimos intentando vaciarla. El ser humano es "potencialidad" en el desarrollo de su yo. Podriamos decir que existe una brecha entre lo que efectivamente se desarrolla y lo que pudiera desarrollarse, en cuyo seno se esconde la "potencialidad" del mal. El mal se desarrolla en nuestro sistema psíquico a la par que nuestro yo. Los sentimientos e impresiones rechazados y los no deseables, son desplazados y desterrados de nuevo a la psique. Ocultos de la conciencia, son borrados de nuestra memoria para el yo, permaneciendo en la oscuridad del inconsciente, convirtiéndose en una amenaza peligrosa e inquietante, cuya energía solo es perceptible a través de los rasgos y acciones de los demás. De tal forma que es el propio ser humano quien crea y retroalimenta la maldad, su maldad, al igual que crea y retroalimenta la bondad (el bien), que persiste desde el principio de los tiempos y cuya información se transmite a través de los genes en el inconsciente colectivo.

De este modo, el mal se proyecta en los demás en un esfuerzo inconsciente por liberar la energía que nos desestabiliza en nuestro interior. Tiene todo tipo de potencialidades sin manifestar y su manifestación tendrá lugar en el enfrentamiento con el otro o con nuestro propio yo. La enfermedad mental  puede ser la consecuencia de una confrontación paralizante con nuestro lado oscuro. Encontrar el mal dentro de nosotros mismos, requiere ralentizar el paso de nuestra vida para detectar las evidencias que nos proporciona nuestro cuerpo y nuestra mente, y concedernos un tiempo para escuchar los mensajes que nos llegan de nuestro mundo interior. Decía Jung: "Lo que no se hace consciente se manifiesta en nuestras vidas como destino".

"A ninguno de nosotros, en esta tierra, se le pide que haga más de lo que esté en sus manos hacer, y si nos esforzamos en obtener  lo mejor de nosotros mismos, la salud y la felicidad constituyen una posibilidad cierta para cada uno de nosotros". Edward Bach 

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