En las tradiciones socrática-platónica, epicurea, cínica y estoica, se halla implícita la idea de que la existencia del individuo es una auténtica obra de arte, la más sublime a la que el hombre puede conceder su dedicación, y que requiere, como toda obra de arte, un aprendizaje detallado de los mecanismos que permiten realizarla en toda su grandeza.
Cuidar nuestras conductas con nosotros mismos y con los otros supone un esfuerzo de creación artística. El cuidado de como utilizamos el lenguaje, con sus múltiples posibilidades de modulación, tono, emoción..., etc., supone una auténtica parresia que se abre a la necesidad de inventar la propia existencia; de iniciar un nuevo camino de múltiples posibilidades.
Llevar la realidad a su propia catarsis que implique un nuevo estilo de vida, arriesgado, pero verdadero. Cuidando de uno mismo y al mismo tiempo de los otros, abrazando al éthos y al techné, imprescindibles ambos para elaborar un discurso verdadero. Un basános que pone de acuerdo la vida de una persona con su inteligibilidad. Una relación armónica entre el lógoi y el érga . Un auténtico mousikós aner armónico entre lo que se dice y lo que se hace.
El objeto de esta nueva parresia será el de ofrecer un cambio en el existir. Una conversión de la propia vida en la que se entienda que cuidar del otro es cuidar de si. Un despertar a lo nuevo, rechazando lo hasta ahora aceptado. No es solo cuestión de alterar la propia creencia u opinión, sino de cambiar el estilo de vida en relación con uno mismo y con los otros, lo que supone la conexión entre el sí mismo y la realidad.
Estas prácticas dotarán al individuo del autoconocimiento que influirá en la realidad. El supuesto del conocimiento de uno mismo como presupuesto para conocer la verdad en general ha sido uno de los enigmas más problemáticos del pensamiento desde el siglo IV a.C., y ha sido uno de los enigmas del pensamiento occidental desde Descartes a I. Kant.
El objeto de esta nueva parresia será el de ofrecer un cambio en el existir. Una conversión de la propia vida en la que se entienda que cuidar del otro es cuidar de si. Un despertar a lo nuevo, rechazando lo hasta ahora aceptado. No es solo cuestión de alterar la propia creencia u opinión, sino de cambiar el estilo de vida en relación con uno mismo y con los otros, lo que supone la conexión entre el sí mismo y la realidad.
Estas prácticas dotarán al individuo del autoconocimiento que influirá en la realidad. El supuesto del conocimiento de uno mismo como presupuesto para conocer la verdad en general ha sido uno de los enigmas más problemáticos del pensamiento desde el siglo IV a.C., y ha sido uno de los enigmas del pensamiento occidental desde Descartes a I. Kant.
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