"Aprovecha al máximo cada sentido, disfruta de todas las facetas del placer y de la belleza que el mundo te revela". Helen Keller
Encontrar la felicidad en el vivir es una misión terapéutica. El placer como liberación del dolor es un instrumento que nos produce alegría y gozo; pero también puede conducir al desequilibrio y al deterioro de la armonía.
Existen dos tipos de placer: uno estable y otro en movimiento. El placer en movimiento se goza a través de los sentidos. Lo experimentamos cuando dejamos de sentir dolor. El placer estable es el estado de calma que experimentamos cuando nos libramos de la turbación y el sufrimiento. El dolor tiene que ver con el cuerpo, mientras que la turbación y el sufrimiento tienen que ver con el alma.
La felicidad es un estado permanente de liberación del dolor, la turbación y el sufrimiento. Representa la estabilidad de la carne mediante el equilibrio de los placeres en movimiento, porque solo necesitamos placer cuando estamos turbados o sentimos dolor. En la felicidad el placer cinético (en movimiento) se transforma en placer catastemático (estático).
Decía Séneca que el límite de los males tiene corta duración. La felicidad estática envuelve la vida como un todo y no está sujeta a los vaivenes de la pena y el gozo. En ausencia del placer en movimiento, no es posible la moderación, el equilibrio y la medida que llevan al summun bonum, el placer estático; a la serenidad y al gozo del alma; a la ataraxia y a la felicidad.
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