Como decía Alan Watts, el desapego significa no sentir remordimiento por el pasado ni miedo por el futuro; dejar que la vida siga su curso, sin interferir en su movimiento y cambio, sin intentar prolongar las cosas placenteras ni provocar la desaparición de las desagradables. Actuar así es moverse al ritmo de la vida, estar en comunión con su música cambiante.
Desviar el pensamiento del "ahora" genera incertidumbre e inseguridad por la necesidad y el deseo. La dialéctica del miedo se instala en lo más profundo del ser; el poder, el poseer y el tener pasan a ser garantía de permanencia y los valores, los principios y las creencias giran en torno a atributos ajenos.
El pensamiento y la intención permiten vivir en el presente. Para disfrutar de la vida hay que renunciar al apego por ella y disfrutarla sin poner el acento en el resultado; liberar las situaciones de nuestros deseos. El apego esclaviza, encadena y alimenta el miedo que es la causa principal del sufrimiento.
El miedo combina pensamiento, sentimiento y palabra; es la combinación perfecta para que se manifieste lo que temes. Libre de ataduras, la conciencia se libera. La felicidad no está en lo que nos rodea, sino en nuestro pensamiento. La energía sigue al pensamiento; si tu pensamiento es adecuado, la vida fluirá tal cual es y seguirá su curso manifestando cosas buenas.
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