En los dinteles de piedra del derruido templo de Apolo en Delfos, sobre la ladera del monte Parnaso, los sacerdotes grabaron dos inscripciones; una de ellas reza: "conócete a ti mismo". Los sacerdotes del dios de la luz, aconsejan que lo conozcamos todo sobre nosotros mismos, incluido el lado oscuro.
Nuestras emociones más "bajas" o temidas se encuentran ocultas en la oscuridad; un lugar al que desterramos las cualidades que no se adecúan a lo esperado por nuestra familia, la sociedad o la cultura. A la par se va configurando nuestro yo más explícito y por el que nos conocerán.
En la oscuridad se esconden aquellas características que nuestra personalidad consciente repudia y no quiere reconocer; pero que operan en nuestro sistema psíquico. Aspectos inquietantes que pueden viajar a la luz de la conciencia amenazando y desestabilizando nuestra personalidad.
A lo largo de la historia, el miedo a "caer" se expresó como temor a ser poseído por el diablo. Los cuentos de vampiros y de hombres lobo, son ejemplos de ello; la leyenda de Fausto que, cansado de ser virtuoso termina pactando con el diablo; el doctor Jekyll, transformándose en el monstruo Mr. Hyde...
Mantenemos ocultas nuestras cualidades censuradas con la esperanza de que nadie las descubra y que algún día podamos expandir nuestra personalidad dejando que fluyan, despojándonos de la máscara, nuestro rostro inocente; y de la ambigüedad moral, expiando el pecado de Adán y retornando al Paraíso.
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