Heráclito coincide en lo esencial con la ley de causa y efecto budista y el Tao; todo fluye, a cada acción le sigue una reacción, a cada avance un retroceso y a una elevación un hundimiento. Respirar es semejante al flujo y reflujo del kosmos. La esfera mental de cada persona abarca todo el universo.
El pensamiento penetra todo lo creado; mundos, soles, personas y cosas. I. Kant en La crítica de la razón pura dice: "...lo exterior es lo interior...". En los distintos planos, el material, el mental y el espiritual, se da la máxima: lo que es arriba es abajo... El principio de correspondencia establece que el Todo tiene su reflejo en todas las partes. Como decía Maharishi, todo está en movimiento, todo vibra.
La vibración procede del latido del universo, que como el corazón, se contrae y se expande con su sístole y su diástole. La palabra es, de hecho, vibración y movimiento. Decía Gaston Sant Pierre que la conciencia es una vibración de luz y sonido que aún no se ha manifestado.
Luz y oscuridad, amor y odio, son una y la misma cosa en distinto grado. Todo es bipolar y se polariza en la conciencia humana. Pero los opuestos pueden ser reconciliados porque los extremos se tocan. Toda verdad no es más que una media verdad y toda paradoja se concilia en un plano superior.
En la división se manifiesta el género que brota del "Agua permanens" de la vida. Cada ser humano abriga en su interior el género neutro que alberga los dos aspectos: el masculino y el femenino, y obedece a los principios de germinación y creación que se manifiestan a través de los genes. La armonía reside precisamente en el equilibrio de estos dos aspectos.
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