Leibniz había llegado a la conclusión de que los actos presentes se deben a los acontecimientos que los precedieron y coincidía con Buda que decía que para conocer el futuro es preciso conocer el presente. En nosotros está el origen seminal de todo. Con cada sentimiento, pensamiento o emoción, estamos creando las situaciones que pueblan el mundo, el presente. Cualquier cosa que hagamos vuelve a nosotros tarde o temprano. Es la ley de la oportunidad, la responsabilidad y la retribución.
Everett llama punto de elección al momento en el que se puede cambiar el curso de los acontecimientos. El poder de nuestras creencias es como un "efecto mariposa" que nos recuerda lo importantes que pueden ser nuestras acciones, nuestro pensamiento y nuestra intención. El sentido de la vida es hacer visible el amor a través de nuestras acciones.
Decía Hipócrates que es más importante conocer que tipo de persona tiene una enfermedad, que saber que tipo de enfermedad tiene una persona. La ciencia ha demostrado que los sentimientos producen una química específica. A medida que cambiamos los sentimientos, cambiamos nuestra química. La química del amor reafirma la vida, mientras que la química del odio y del rencor se manifiestan como sentimiento de culpa, creando una respuesta inmunodeficiente.
La química del odio y la separación crea desequilibrio y enfermedad en la persona. Cada individuo está unido a la enfermedad de forma única e irrepetible; pero posee la capacidad de autoregulación, el poder curativo de la naturaleza y la medicatrix naturae, la potencia curativa que restablece el equilibrio y la armonía pérdidas.
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