El símbolo es un signo que, a través de su significación inmediata, nos envía a otra significación que se oculta en su interior. Se trata de una región del lenguaje en la que, otro sentido se da y se oculta a la vez. La imaginación simbólica es una forma filogenéticamente anterior de nuestro pensamiento.
Los llamados pueblos primitivos veían en los sueños mensajes cifrados de los dioses. Los mensajes requieren descubrir su significado oculto, igual que el simbolismo poético. En ambos casos, la estructura simbólica es la misma, un significado que se revela a través de su significado inmediato.
Los llamados pueblos primitivos veían en los sueños mensajes cifrados de los dioses. Los mensajes requieren descubrir su significado oculto, igual que el simbolismo poético. En ambos casos, la estructura simbólica es la misma, un significado que se revela a través de su significado inmediato.
Se trata de una región del lenguaje en la que otro sentido se da y se oculta a la vez. Todos los seres humanos utilizan los mismos símbolos y arquetipos que forman el inconsciente colectivo. Es la región más profunda y significativa de la realidad que se nos escapa si no recurrimos al símbolo.
El símbolo es un discurso infinito que da que hablar, y siempre da que pensar. Es trascendencia, aunque hoy día se quiera sustituir por una supuesta mentalidad objetiva. Nace de lo divino y brota de una experiencia originaria y fascinante que sobrepasa lo profano.
Para F. de Saussure en el símbolo hay siempre un rudimento de vínculo natural. El símbolo posee ritmo vital. Sirve para medir el tiempo y la historia, la fertilidad y la sexualidad, la vida y la muerte. Cada uno tiene su símbolo, la serpiente, la concha, la perla, la espiral, el caracol. Posee una fuerza viva que arrastra a la persona y la mueve a elegir y actuar.
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