APRENDIENDO A VIVIR

SOMOS LO QUE COMEMOS Y LO QUE PENSAMOS: Nuestra salud mental depende en buena medida de nuestro sistema de creencias y de nuestra alimentación.
Este blog quiere ser un punto de encuentro para las personas que buscan una explicación, para los que no comprenden; aquellos y aquellas que buscan con una actitud libre y abierta respuestas...
...quiere ser una herramienta a favor de la tolerancia, la justicia y la libertad...
...un instrumento para tomar el control...
...una ayuda para conocerse mejor, comprender la existencia humana, nuestras necesidades y apegos...
...en definitiva una herramienta para llenar nuestro vacio interior y recuperar la confianza...

miércoles, 31 de enero de 2018

"DESARME DE LA VOLUNTAD"

"Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad". Albert Einstein

La voluntad es la capacidad para hacer algo valioso y que cuesta sin tener un resultado inmediato. Es la capacidad para aplazar la recompensa. Educar la voluntad es aprender a renunciar a las satisfacciones inmediatas y a valorar y sopesar las cosas antes de actuar. El cuerpo puede ser una fuente de bienestar o de malestar, dependerá de los desajustes de la personalidad que se produzcan cuando la relación con el propio cuerpo es deficitaria, mala o neurótica. Convertirse en persona es una tarea lenta, paulatina, gradual, que lleva implícito un proceso psicólogico lleno de influencias.

La concepción "low cost" de la vida nos introduce en un positivismo vital que tiene dos componentes: uno, el agnosticismo, que nos hace ignorar y despreciar sus dimensiones metafísicas; y otro, el práctico, el utilitarismo economicista que nos lleva a un nexo de usar y tirar, a una cultura en la cual se convierte a la persona en un bien rentable. Ambas posturas banalizan la vida, trivializando la realidad y descontextualizando lo realmente importante como los valores éticos y la justicia, perturbando las relaciones interpersonales y, en definitiva, al propio ser humano.

La depresión, el trastorno límite de la personalidad con una acentuada reactividad anímica y episodios de enorme ansiedad asociados a irritabilidad y fuerte descontrol verbal, la ansiedad generalizada, favoreciendo los trastornos obsesivos, y el trastorno por déficit de atención e hiperactividad, entre otros, definen el panorama psicólogico de esta sociedad. Todos traemos en la mochila un temperamento y rasgos de personalidad que nos predisponen a reaccionar de una manera concreta;  pero, para el desarrollo de la personalidad, hay que tener en cuenta el estado y la situación; es decir, la condición de las personas en un momento biográfico concreto y el entorno, la circunstancias sociales que condicionan y limitan al individuo. Como decía K. Jaspers, "la situación externa tan cambiante y tan diferente tiene una nota típica: es para todos de dos filos, incita y obstaculiza".

El discurso social de este siglo se fundamenta en "la felicidad permanente". Los modelos que se ofrecen son personas "felices, guapas, con un buen trabajo, propietarias de una buena vivienda, vestidas a la última moda, con buenos coches, y que viajan sin problemas en cualquier momento a cualquier lugar del planeta"; es decir, personas que no tienen problemas y que no reflejan la realidad social, a las que el ciudadano de a pie intenta imitar. Pero en el día a día se encuentran con la cruda realidad: violencia de género, un paro juvenil del 50%, familias en las que todos sus miembros están en paro, políticos corruptos, salarios de miseria, etc., que les generará frustración-agresion, como han planteado Bandura y Walters, como consecuencia de una muy baja tolerancia a la frustración, una pobre demora de la gratificación, y bajos índices de motivo del logro. 

En la sociedad actual, la "otredad" se "vende" como un peligro real del que hay que defenderse. Se trata de construir una realidad en la que se proyectan en el "otro" los complejos agazapados en la sombra. La angustia que provoca al Da-sein la realidad de la nada, altera y debilita su reacción inmunitaria ante una realidad que niega la propia angustia. La negación de la angustia es el principio de sucesión que generará nuevas formas de proyección.

"La otredad" y la "aceptación" con la comprensión, fortalecen la respuesta inmune. El peligro activa una respuesta de miedo que es funcional y nos prepara para "huir o luchar" de forma inminente y no sucumbir; pero en la angustia, el peligro es figurado (virtual), no existe peligro de muerte porque el sistema no es en realidad confrontado. Rechazando la otredad, alimentamos la angustia al negarla.

La violencia parte de la frustración, de la no aceptación de la otredad y de la angustia. La dialéctica de lo que se pretende negativo y se impide que penetre en lo propio al tratar de negarlo para dejar paso a una dialéctica de la felicidad permanente, creará estados patológicos por exceso de positividad. La violencia se ejerce sobre lo otro y lo extraño para favorecer lo idéntico (pensamiento único). El totalitarismo de lo idéntico a través de la comunicación generalizada y la superinformación amenazan las defensas humanas.

El agotamiento, la fatiga y la asfixia ante la sobre abundancia virtual, nos debilita favoreciendo la violencia. Es una violencia de la disuasión, del control, de la neutralización, del suave exterminio soterrado de lo divergente. No opera frontalmente, sino por contagio, por reacción en cadena y desde el primer momento debilita nuestro sistema inmunólogico. Existe una profunda complicidad entre lo virtual y lo vírico.

Este tipo de virus se haya en el corazón del sistema. Se origina un enemigo fantasma que se extiende por todo el planeta y se infiltra por todas partes. La lucha consistirá en la sublevación del pensamiento único contra todo lo singular y divergente. Esta uniformatización del mundo genera nuevas formas de violencia que se convierten en inmanentes al propio sistema.

La violencia virtual socava al propio sistema de defensa manteniendolo en permanente estado de alerta ante un ataque inminente que carece de objeto. La sociedad del siglo XXI ya no es una sociedad disciplinaria, tampoco del rendimiento (las tasas de paro en Europa impiden esta tesis), sino de la desinformación y de lo virtual. Los ciudadanos son sujetos en permanente estado experimental. Expuestos a un permanente gasto de energía para defenderse de la otredad se convierten en sujetos agotados, enfermos, y con un sentimiento interior de fracaso y de frustración que retroalimentará un estado de violencia y agresividad constantes.



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