La realidad se manifiesta a través del individuo. El sujeto es la base de la realidad. Todo lo que constituye la realidad, tiene por condición un sujeto, y no existe más que para el sujeto. El mundo es su representación. La materia no existe independiente de la percepción. Existencia y percepción son conmutables, lo que nos lleva a afirmar que realidad "física" y realidad trascendental coexisten.
A través de la persona, se manifiesta el deseo de la voluntad de vivir, inconsciente y libre que crea su propia conducta y su propio mundo. De esta forma, la realidad, no es más que, o bien producto del deseo de la voluntad de vivir, o de la acción consciente de la persona, ya que, la naturaleza de la persona encuentra su expresión en sus actos.
Las cosas que nos pasan son obra de la voluntad de vivir. Frente a lo "que nos pasa" están las acciones que son obra de nuestra elección. La felicidad se logra a través de estas últimas; de las cosas que hacemos en relación a las cosas que nos pasan. Lo importante para nuestra felicidad es nuestro modo de ser, nuestra personalidad.
La cuestión fundamental es que podamos adquirir un buen carácter, gracias al cual, el modo de comportarnos en la vida sea el más adecuado y el que más felicidad nos proporcione. Las acciones correctas, nos proporcionarán mayor grado de felicidad. Conductas como la generosidad, amabilidad, honestidad, sinceridad, nobleza, valentía, justicia, etc., provocan felicidad. Para alcanzar la conciencia de este tipo de conductas, es necesario entrenar la prudencia que nos lleva a elegir para actuar correctamente. Para actuar con prudencia, no tenemos más que elegir la regla del término medio que nos ofrece Aristóteles.
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