Decía Inmanuel Kant en su Crítica de la Razón Pura: "...lo exterior es lo interior...". En los distintos planos de la existencia, material, mental o espiritual, "...lo que es arriba, es abajo...". La "esfera" mental de cada persona abarca el Kosmos y llega hasta las estrellas más lejanas. Es la razón por la que nos sentimos en comunión con el Universo. El intellectus lo penetra todo: mundos, soles, personas, animales o cosas.
Respirar, con su subida y bajada de la caja torácica, es semejante al flujo y reflujo ondulatorio del Kosmos. Decía Heráclito: "Todo fluye, nada permanece...". A cada acción le sigue una reacción, a cada avance, un retroceso, y a cada elevación un hundimiento. Es en la conciencia del fluir en donde se encuentra la armonía. Todo lo que nos sucede es fruto de las decisiones, pensamientos y hechos del pasado.Todo efecto tiene su causa y cada acto genera una energía kósmica que vuelve a nosotros como futuro.
Como diría Gaston Sant Pierre, "La conciencia es una vibración de luz y sonido por manifestarse...". El Principio de Correspondencia establece que el Todo tiene su correspondencia en cada una de las partes. Decía Maharishi que, "...cada gota de savia contiene el árbol completo..." y en cada célula, está grabado el Universo.
Luz y oscuridad, amor y odio, son dos polos de una misma unidad. Todo se polariza en la conciencia humana, todo es dual y cada cosa tiene su opuesto; pero los opuestos se pueden reconciliar, porque en el círculo, los extremos se tocan. Toda verdad no es más que media verdad, y toda paradoja se concilia en un plano superior.
Con la división se genera el género. Cada persona tiene en su interior el género neutro que alberga los dos aspectos: el masculino y el femenino. El género obedece a los principios de germinación y creación, y se manifiesta a través de los génes que poseen la información del Universo. La armonía se logra a través de los aspectos masculino y femenino que todos llevamos "dentro" y que juntos forman la Unidad.
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