"Tu piel me atrae con la gravedad del Cosmos...". Gioconda Belli
Detrás de todo lo "creado" existe un esquema invisible que se manifiesta en el mundo material a través de la "piel" que da forma al "velo" de Maya en el que los humanos quedamos gozosamente atrapados. En las culturas originarias la conciencia formaba una realidad colectiva en la que primaba la intersujectividad; todo estaba lleno de vida; el ser humano era pars pro toto, una especie más y todo ser viviente estaba hermanado en la Unidad, no existía división; no había "piel" entre el "yo" y el "otro". La realidad constituía un "nosotros" que formaba parte de una estructura en la que todo se complementaba en el kosmos.
Decía Jacques Lacan que el yo es inicialmente un otro, que el sujeto se constituye en y por un otro. En Le stade du miroir el niño percibe su yo en el espejo, y es a través de su piel que se muestra al "exterior". Head dice que, como la piel está inervada por segmentos medulares que se conectan con las vísceras y el tórax, cualquier trastorno de estas se convierte en hiperestesias en la zona correspondiente de la piel. Cualquier perturbación se muestra a través de la piel.
La piel muestra nuestro modo de ser; permite el contacto, es un vehículo de expresión y cumple una importante función de respiración, exudación y termorregulación. Todas sus funciones giran sobre dos polos, la separación y el contacto. En la antigüedad, se utilizaban sofisticados sistemas para averiguar el carácter de las personas por el lugar en el que aparecían las manchas hepáticas.
A través de la piel se proyectan procesos somáticos y psíquicos; nos ponemos colorados de vergüenza, pálidos de susto, sudamos de miedo y excitación. Decimos que bajo una piel sensible, hay una persona sensible; una piel sudorosa muestra miedo e inseguridad; y un rostro colorado muestra excitación. La piel es la frontera entre el yo y el tu; muestra el reflejo de la energía en la búsqueda del otro. A través de la piel se muestra el anhelo de la fusión con la Unidad.
En toda piel "enferma" hay siempre un fondo simbólico que pide facilitar el contacto con el otro. Desnudarse es siempre un paso hacia la apertura y, los baños de sol y mar, constituyen el ansiado calor del cuerpo del otro. Si impedimos que entre y salga el aire a través de la piel para "blindar" nuestro carácter, como diría W. Reich, apartamos nuestra alma del río de la vida y abrimos la puerta a la angustia y al miedo. Escavar la tierra siempre ha tenido como significado símbolico "sacar a la luz el tesoro escondido". El lema es, rascarse la piel y escavar en la conciencia para ver que es lo que quiere salir a la luz...
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